Recuerdo cuando era niño, la última clase de los viernes era
de religión. La maestra encargada de ello tenía un gran talento, me encantaba
escucharla. Cuando nos hablaba de algún personaje de la Biblia, parecía como si
estuviera narrando la película que fue a
ver un día anterior al cine.
Las aburridas historias de mi
libro de Historia Sagrada en sus labios se volvían tan emocionantes como los
cuentos de Blanca Nieves o La Bella Durmiente.
En cada una de sus clases echaba a volar nuestra
imaginación, cada personaje bíblico cobraba vida.
Pero, me di cuenta que las historias de la Biblia y los
cuentos tienen algo en común, por más que los escuches una y otra vez, siempre tienen
el mismo final. Yo quería escuchar algo así como “una historia no autorizada” o
un final alternativo.
Me hubiera gustado escuchar que de alguna manera Abel descubrió
lo malvado que era su hermano Caín y así librarse de ser asesinado, o qué el Príncipe
nunca encontró la dirección del castillo donde vivía La Bella Durmiente,
mientras un humilde campesino la despertó con un beso.
¿Imaginas a un personaje de algún cuento o historia bíblica
pudieran editar su historia y borrar lo malo que hicieron?
Por ejemplo Pinocho, avergonzado de su grande nariz; eliminar
las mentiras causantes de su desgracia. Nunca haber asistido a esa reunión en
la que diseño su plan para llevar a cabo su traición a cambio de unas monedas
en el caso de Judas.
Estoy seguro que más de uno de los personajes, de ser
posible, lo hubieran hecho. Lo sé, por qué al igual que ellos, yo también he
cometido errores que me gustaría borrar en mi pasado.
El Rey David, escribió: “Tú eres fiel
con los que te son fieles,
y tratas bien
a
quienes bien se comportan”. David aseguraba tajantemente que Dios “trata
bien” solo a los que “se portan bien” y bajó esa regla, yo tengo muy pocas
esperanzas de que Dios “me trate bien”.
David escribió el reflejo de la fe contractual en el Antiguo
Testamento, pero me pregunto ¿cómo habría editado eso que escribió después de
su colosal caída con Betsabé y los escándalos que lo siguieron?
¿Cómo es posible qué David, que no tuvo misericordia cuando
tomó la mujer de otro hombre y planeó un asesinato solo para satisfacer su
lujuria, Dios se le mostrara misericordioso, y para alguien que evidentemente era
culpable lo “tratara bien”?
En la Biblia podemos ver con lujo de detalle sus momentos de
gloria y aplausos, cómo cuando mató al gigante Goliat, pero también los oscuros
y perversos de su vida.
A sus cincuenta años David cometió adulterio, y esto me hace
reflexionar que no importa que tengamos cincuenta o más de sesenta años, o que
estemos en la adolescencia, o tengamos veinte, treinta o cuarenta años. Nadie
es demasiado joven ni demasiado viejo para pecar.
Después de cometer adulterio y asesinato, quizás quería modificar lo que escribió: “Tú eres fiel
con los que te son fieles,
y tratas bien
a
quienes bien se comportan”, para tener un poco de esperanza y aceptación a
pesar de haber actuado en total infidelidad a Dios.
¿Dios lo perdonó? Es claro que sí, pero, ¿por qué no se eliminaron
esos eventos vergonzosos de la Biblia? ¿Por qué todo mundo se tiene que enterar
de lo que David hizo en secreto?
RC Sproul dice: “Examina tu corazón hoy: ¿Estás creyendo las
cosas correctas, pero haciendo las incorrectas?
David tenía una fe basada en sus acciones, tengo que hacer
algo para ganarme el amor de Dios, algo así como causa y efecto, una especie de
regateo en el cual Dios dice: “Si guardas un montón de reglas, te recompensaré;
si no, haré lo contrario”, pero ese tipo de fe solo lo preparaba para la
justicia, no para experimentar la gracia.
Desde que estamos en el Kinder se nos está enseñando a
triunfar, a ganarnos el aplauso, a merecer las cosas. El niño estudioso y bien
portado se gana una estrellita, el niño travieso y menos listo es castigado con
orejas de burro.
En un mundo falto de Gracia, creemos que “al que madruga,
Dios lo ayuda”, “el que quiere azul celeste que le cueste”, sin embargo con
Dios me doy cuenta que muchas veces recibo lo que no merezco, merecía castigo y
en lugar de eso recibí amor.
Los pecados de David y otros reyes del Antiguo Testamento
están registrados en la Biblia no para exhibirlos o mofarse de ellos, si no para
enseñarnos algo; la Gracia de Dios.
En un cristianismo tan condenatorio, y muchas veces tan
falto de misericordia, es alentador saber que Dios no usa mi pasado para
condenarme, avergonzarme o lastimarme. Alguien dijo que la iglesia es el único
ejército que mata a sus heridos.
Mathew Henry, con su profundidad habitual, nos enseña: “La
piedad eminente y las bondades de algunos hombres deben de ser recordadas para
su alabanza, aunque también hayan tenido sus faltas. Dejemos que sus faltas
sean enterradas en sus tumbas, mientras que sus (buenos) servicios sean
recordados sobre sus sepulcros”.
Dios me ama por ser quien Él es, no por nada que yo haya
hecho para merecerlo, además tomando las palabras de J.I. Parker no debemos
olvidar que “la iglesia es un hospital en el que nadie está totalmente bien, y
cualquiera puede recaer en cualquier momento”.
Estoy totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarLa mayoría de la gente ve a Dios inalcanzable y/o no quiere nada con Él porque pareciera imposible hacer todo bien y obedecer completamente, pero algo que no entendemos muchos de nosotros es que gracias a lo que Jesus hizo por nosotros el poder de la ley o el famoso "causa-efecto" se rompió y comenzó el "gracia-efecto".
Realmente no hemos hecho nada para merecer el amor y perdón de Dios, y esto no se aplica a unos cuantos, si no a todos.
Si volviéramos a las raíces de la naturaleza de Dios y aprendiéramos a ser misericordiosos y no calificar a una persona por sus errores, creo que la vida como la conocemos cambiaría por completo.
Saludos.