martes, 9 de septiembre de 2014

CREYENDO LAS COSAS CORRECTAS, PERO HACIENDO LAS INCORRECTAS



Recuerdo cuando era niño, la última clase de los viernes era de religión. La maestra encargada de ello tenía un gran talento, me encantaba escucharla. Cuando nos hablaba de algún personaje de la Biblia, parecía como si estuviera narrando la película que fue a ver un día anterior al cine.

Las aburridas historias de mi libro de Historia Sagrada en sus labios se volvían tan emocionantes como los cuentos de Blanca Nieves o La Bella Durmiente.

En cada una de sus clases echaba a volar nuestra imaginación, cada personaje bíblico cobraba vida.

Pero, me di cuenta que las historias de la Biblia y los cuentos tienen algo en común, por más que los escuches una y otra vez, siempre tienen el mismo final. Yo quería escuchar algo así como “una historia no autorizada” o un final alternativo.

Me hubiera gustado escuchar que de alguna manera Abel descubrió lo malvado que era su hermano Caín y así librarse de ser asesinado, o qué el Príncipe nunca encontró la dirección del castillo donde vivía La Bella Durmiente, mientras un humilde campesino la despertó con un beso.

¿Imaginas a un personaje de algún cuento o historia bíblica pudieran editar su historia y borrar lo malo que hicieron?

Por ejemplo Pinocho, avergonzado de su grande nariz; eliminar las mentiras causantes de su desgracia. Nunca haber asistido a esa reunión en la que diseño su plan para llevar a cabo su traición a cambio de unas monedas en el caso de Judas.

Estoy seguro que más de uno de los personajes, de ser posible, lo hubieran hecho. Lo sé, por qué al igual que ellos, yo también he cometido errores que me gustaría borrar en mi pasado.

El Rey David, escribió: “Tú eres fiel
 con los que te son fieles,
 y tratas bien
 a quienes bien se comportan”. David aseguraba tajantemente que Dios “trata bien” solo a los que “se portan bien” y bajó esa regla, yo tengo muy pocas esperanzas de que Dios “me trate bien”.

David escribió el reflejo de la fe contractual en el Antiguo Testamento, pero me pregunto ¿cómo habría editado eso que escribió después de su colosal caída con Betsabé y los escándalos que lo siguieron?

¿Cómo es posible qué David, que no tuvo misericordia cuando tomó la mujer de otro hombre y planeó un asesinato solo para satisfacer su lujuria, Dios se le mostrara misericordioso, y para alguien que evidentemente era culpable lo “tratara bien”?

En la Biblia podemos ver con lujo de detalle sus momentos de gloria y aplausos, cómo cuando mató al gigante Goliat, pero también los oscuros y perversos de su vida.

A sus cincuenta años David cometió adulterio, y esto me hace reflexionar que no importa que tengamos cincuenta o más de sesenta años, o que estemos en la adolescencia, o tengamos veinte, treinta o cuarenta años. Nadie es demasiado joven ni demasiado viejo para pecar.

Después de cometer adulterio y asesinato,  quizás quería modificar lo que escribió: “Tú eres fiel 
con los que te son fieles,
 y tratas bien 
a quienes bien se comportan”, para tener un poco de esperanza y aceptación a pesar de haber actuado en total infidelidad a Dios.

¿Dios lo perdonó? Es claro que sí, pero, ¿por qué no se eliminaron esos eventos vergonzosos de la Biblia? ¿Por qué todo mundo se tiene que enterar de lo que David hizo en secreto?

RC Sproul dice: “Examina tu corazón hoy: ¿Estás creyendo las cosas correctas, pero haciendo las incorrectas?

David tenía una fe basada en sus acciones, tengo que hacer algo para ganarme el amor de Dios, algo así como causa y efecto, una especie de regateo en el cual Dios dice: “Si guardas un montón de reglas, te recompensaré; si no, haré lo contrario”, pero ese tipo de fe solo lo preparaba para la justicia, no para experimentar la gracia.

Desde que estamos en el Kinder se nos está enseñando a triunfar, a ganarnos el aplauso, a merecer las cosas. El niño estudioso y bien portado se gana una estrellita, el niño travieso y menos listo es castigado con orejas de burro.

En un mundo falto de Gracia, creemos que “al que madruga, Dios lo ayuda”, “el que quiere azul celeste que le cueste”, sin embargo con Dios me doy cuenta que muchas veces recibo lo que no merezco, merecía castigo y en lugar de eso recibí amor.

Los pecados de David y otros reyes del Antiguo Testamento están registrados en la Biblia no para exhibirlos o mofarse de ellos, si no para enseñarnos algo; la Gracia de Dios.

En un cristianismo tan condenatorio, y muchas veces tan falto de misericordia, es alentador saber que Dios no usa mi pasado para condenarme, avergonzarme o lastimarme. Alguien dijo que la iglesia es el único ejército que mata a sus heridos.

Mathew Henry, con su profundidad habitual, nos enseña: “La piedad eminente y las bondades de algunos hombres deben de ser recordadas para su alabanza, aunque también hayan tenido sus faltas. Dejemos que sus faltas sean enterradas en sus tumbas, mientras que sus (buenos) servicios sean recordados sobre sus sepulcros”.

Dios me ama por ser quien Él es, no por nada que yo haya hecho para merecerlo, además tomando las palabras de J.I. Parker no debemos olvidar que “la iglesia es un hospital en el que nadie está totalmente bien, y cualquiera puede recaer en cualquier momento”.









1 comentario:

  1. Estoy totalmente de acuerdo.
    La mayoría de la gente ve a Dios inalcanzable y/o no quiere nada con Él porque pareciera imposible hacer todo bien y obedecer completamente, pero algo que no entendemos muchos de nosotros es que gracias a lo que Jesus hizo por nosotros el poder de la ley o el famoso "causa-efecto" se rompió y comenzó el "gracia-efecto".

    Realmente no hemos hecho nada para merecer el amor y perdón de Dios, y esto no se aplica a unos cuantos, si no a todos.
    Si volviéramos a las raíces de la naturaleza de Dios y aprendiéramos a ser misericordiosos y no calificar a una persona por sus errores, creo que la vida como la conocemos cambiaría por completo.

    Saludos.

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