En la segunda
semana del mes de Noviembre de este 2014 que esta por concluir, fuimos
golpeados por la noticia inesperada del fallecimiento del Sr. Eliud Santinelli.
Sea que la
muerte sea repentina o prolongada, nada te puede preparar para la perdida de un
ser querido.
No puedo
presumir que lo conocía o que era mi amigo, aunque tuve la oportunidad de comer
dos veces con él y su familia, más bien soy de las miles de personas que a
través de su vida fue bendecido, enseñado y desafiado a experimentar una
verdadera amistad con Dios.
Soy alguien del
anonimato que le admiró, que escuchó sus enseñanzas y que también en lo secreto…
lloró su muerte.
Con su
partida surgieron muchas dudas, incógnitas y preguntas sin contestar, y es que
el dolor siempre saca lo bueno o lo malo que hay en nuestros corazones.
Me quiero
referir a una pregunta, pero no tiene que ver con el fallecimiento del Sr.
Santinelli. No puedo creer cómo hay cristianos que frente a una tristeza como
esta, sacaron a relucir su morbo; como reporteros querían saber, ¿qué le paso?
¿De qué murió?, esa horrible actitud de: “A ver, a ver, cuéntame, cuéntame todo”.
Me pregunto,
¿qué no era suficientemente doloroso saber que ya no está con nosotros? ¡Por
Dios, estamos de duelo! Y lo menos que podemos hacer es honrar y respetar este
dolor, basta de especular, preguntar, y hablemos claro, ¡basta de juzgar!
No creas la
mitad de lo que escuchas y no repitas la mitad de lo que crees o supones, los
chismes son algo que entra por un oído ¡y entra por el del otro!
A la pregunta
que me quiero referir es: “¿Por qué?”, una pregunta difícil, que Dios mismo no
está comprometido a responderla.
Pero, lo que
sí podemos saber es que Dios puede identificarse con nuestras debilidades, como
dice Philip Yancey: “Entre Él y nosotros se establece una “simpatía”, palabra
de origen griego cuya etimología está en las palabras syn y pázos, y significa
literalmente “sufrir con”.
Jurgen
Moltanann dijo: “Dios sufre con nosotros para que un día podamos reír con él”.
Debemos
aprender a vivir de manera eficaz en un mundo incierto y confuso, donde casi
nunca se pueden contestar de forma adecuada las preguntas “¿Por qué?”.
Estamos
buscando a tientas el amor de Dios en un mundo cercado por la angustia. Si Dios
eliminara todas las enfermedades que nos atormentan hoy, y todas las cosas que
nos causan dolor, no tendríamos necesariamente un mundo mejor, lo que
tendríamos sería a las mismas personas viviendo en un mundo más cómodo, y la
ausencia del dolor puede que hiciera más fácil el pecar y alejarnos de Dios.
A nadie nos
gusta el dolor, Jesús mismo reaccionó ante el dolor de la vida de una manera
muy parecida como lo haces tú o como lo hago yo.
Cuando murió
su amigo Lázaro, dice claramente la Biblia que “Jesús lloró”, cuando estaba a
punto de enfrentarse al tormento de la cruz, en la agonía del Getsemaní sintió
repulsión por el dolor y preguntó tres veces al Padre Celestial si podía pasar
esa copa.
Nos duele,
estamos de luto, lloramos la perdida de un hombre de Dios como Eliud
Santinelli. Rápidamente en la red social popular comenzaron a circular las
muestras de cariño y dolor, muchos añadieron a su publicación una foto que se
habían tomado a su lado.
Era muy
conmovedor ver muchas muestras de amor, de tantas personas; adolescentes,
jóvenes y adultos, todos mostraban su amor y dolor.
Pero, la
pregunta que no puedo dejar de hacerme es, ¿así aman también a su propios
pastores? ¿así les tienen en buena estima y honra? Sobra el amor en Facebook,
pero falta en las congregaciones.
Es triste ver
que somos una sociedad que solo demuestra su amor a los muertos, a los que ya
no están con nosotros, y déjeme decirle que eso es fácil, lo difícil es mantener
una actitud de honra, respeto y amor por nuestros líderes todos los días de su
vida mientras les tenemos.
¿Por qué no
publicamos fotos con nuestros pastores que viven y desbordamos con mensajes de
amor, aprecio y admiración? ¿Por qué dejamos pasar el tiempo y en lugar de eso demostramos
nuestro amor cuando ya es demasiado tarde?
Estuve
investigando en internet algunas estadísticas relacionadas con los pastores, (aquellos
que dedican toda su vida para servir y ayudar a la gente) y algunas de ellas
son alarmantes, según Jim Fuller, un estudioso de las cuestiones relacionadas con el ministerio pastoral
publicó en su página web una serie de datos relativos a la vida de los
pastores, algunas de las estadísticas son: 70% de los pastores no tienen a alguien que ellos
consideren un amigo cercano, 45.5% de los pastores dicen que están deprimidos o
tienen un “desgaste” y, si pudieran, tomarían un buen descanso médico por algún
tiempo.
Estoy
convencido, que esta trágica noticia que ha cimbrado a todo México, debe despertarnos
para tomar la decisión de cuidar a nuestros pastores.
Muchos de los
pastores han sido traicionados, falsamente acusados o heridos por sus
colaboradores más cercanos; luchan con la depresión, viven desanimados, sus familias
son azotadas por las presiones ministeriales, trabajan de 55 a 75 horas por
semana y su principal causa de muerte son los infartos, etc.
¡Ama a tu
pastor! ¡Ora por tu pastor! Sino lo haces tu ¿quién lo hará?, si no lo hacemos,
en lugar de que sean pastores en Cristo, serán pastores en crisis.
F.B. Meyer
dijo: “La mayor tragedia de la vida no es la oración no contestada, sino la
oración que no se ofrece”.
Jesús
describió el cielo como un hogar donde un Padre amoroso da la bienvenida a sus
hijos al final de su peregrinación.
Hoy, en
nuestro dolor por la perdida de nuestro amado Eliud Santinelli, nuestros
corazones experimentan una forma de nostalgia por el hogar, por un hogar que
nunca hemos visitado, pero que nunca hemos dejado de añorar.
Te extrañamos
Eliud…
Sí, si duele
tu ausencia, y duele mucho…
te veremos en
el cielo.