viernes, 26 de septiembre de 2014

EL MILAGRO QUE NECESITAN LOS CRISTIANOS


Me encontraba en una lejana sierra de Veracruz, la noche nos había alcanzado y  seguíamos en la humilde choza de una familia que tratábamos de hablarle del “amor de Dios”. Decepcionado no entendía por qué nos cerraban la puerta sin querer escucharnos.

Era obvio que el padre de familia no nos quería ahí, pero el capitán del viaje misionero parecía no darse cuenta. -“Yo no creo en tu religión, no creemos en lo que ustedes dicen”- dijo muy molesto el padre de familia.

El ambiente en la choza era muy tenso, era como estar en medio de un partido de tenis, de un lado se golpeaba la pelota y del otro también.

De pronto pude ver a un niñito triste, dibujada en su carita una sonrisa al revés.  Era el hijo más pequeño de la familia, hace varias semanas estaba enfermo y no mejoraba.

El capitán al ver la negativa de toda la familia,  se dio por vencido y emprendimos nuestro regreso a la base. Pero antes -“solo déjame hacer una oración por tu familia”- dijo el capitán y con tal de que nos marcháramos, gustosamente aceptaron.

Inmediatamente tome al niño en mis brazos y fui sobrecogido por una sensación de amor y preocupación por ese pequeñito. Yo no sabía que estaba a punto de ver un milagro.

Todos cerramos nuestros ojos para escuchar la oración del capitán,  la verdad no le preste atención, al fin y al cabo era mecánica y poco sincera.

Seguía atrapado por esa sensación de amor por ese niño y comencé a llorar de manera incontrolable, trataba lo más posible de contenerme y no hacer el ridículo delante de la familia y del capitán.

Mi oración, sí es que a eso se le puede llamar oración, era solo un llanto sincero a Dios: “Por favor Dios, sana a este niñito, por favor Dios, sana a este niñito…”

Al terminar la oración, abrí mis ojos y para mi sorpresa vi a toda la familia y al capitán llorando también. El padre de familia que nos estaba corriendo de su casa, ahora dijo: “No se vayan, por favor quédense a cenar con nosotros, ahora sí, hablen de Dios”.

Creo que una de las comisiones más complicadas para los cristianos es la de “hablar de su fe” a otros, algunos dicen que lo único que se necesita es armarse de valor y hacerlo. Y ahí tenemos a los “atrevidos evangelistas” gritando como locos en las calles y condenando a todo mundo al infierno.

Pero mi experiencia en la sierra, me enseño a hablar de Dios sin palabras,  en el lenguaje del amor, sin sermonear, ni bombardear a la gente con argumentos teológicos llenos de condenación. ¿Por qué nosotros como cristianos continuamos diciendo las grandes verdades que nadie entiende?

Esa noche en aquella alejada choza, aprendí a ver y tratar a cada individuo único y digno de amor. Se comete el error de creer qué el hombre sin Cristo es un cero a la izquierda, poca cosa o algo parecido a nada, pero debemos estar conscientes que el hombre tiene valor debido a que es creación de Dios.

Francis Shaeffer indicaba: “El hombre es no solo maravilloso cuando él es “nacido de nuevo” como cristiano; él es también maravilloso ya que Dios lo hizo a su imagen”. Calvino tenía el punto de vista de que la imagen de Dios no fue completamente borrada por la caída.

Esa noche, en aquella alejada choza sucedió un milagro, y no me refiero a la sanidad del niñito, que era razón suficiente para alardear y dar testimonio como le encanta hacerlo a los cristianos.

No, me refiero a otro tipo de milagro, a ese tipo de milagro que como cristianos necesitamos; el milagro de hacer sentir a una persona especial, a considerarlo como digno de nuestro amor y esfuerzo.

Sí le vamos a hablar a la gente del amor de Dios,  debería ser porque cada individuo es digno y no para tratar de convencerlo o “convertirlo” a nuestra manera de pensar o creer.

Muchas personas en nuestra sociedad sufren y aun muchos cristianos se sienten sin apoyo y el último lugar donde pedirían ayuda, sería en la iglesia local. Una investigación encontró que la palabra más común usada por no cristianos para describir a los cristianos es “intolerante”, y así ¿cómo nos van a creer cuando les decimos: “Jesús te ama”, si en lugar de amor lo que ven es intolerancia de nuestra parte?

Francis Shaeffer con frecuencia acentuaba que el hombre “no ha dejado de ser hombre porque está caído”.  Aunque torcido, corrompido y perdido a consecuencia de la caída, el hombre es todavía hombre, y él “no se ha hecho, ni máquina, ni animal, ni planta”.

El milagro que sucedió esa noche en aquella choza fue en mi corazón, “el amor” del que se supone fuimos a hablarles, fue creíblemente demostrado y quizás por primera vez estaba practicando lo que predicaba.

Como decía acertadamente Thomas Merton: “El principio del amor es dejar que aquellos que amamos sean perfectamente ellos mismos, y no torcer para que se ajusten a nuestra propia imagen”.

No, no se necesita valor para hablar de Cristo a otros, se necesita amor. Debemos tratarlos con respeto y con el valor que Dios les da.


No son “perdidos o incrédulos” son personas hechas a la imagen de Dios, ellos son su creación máxima y si no los tratamos de esa manera, la gente tiene todo el derecho de no escucharnos, cerrar la puerta ya sea de una choza en una alejada sierra de Veracruz o la puerta de su mente y coraz son personas hechas a la imagen de Diosnos la puerta ya sea en una alejada choza de una sierray de manera creible demostrarlo lón.

sábado, 13 de septiembre de 2014

EL INFIERNO ESTÁ VACÍO, TODOS LOS DEMONIOS ESTÁN AQUÍ



Mensualmente debo incluir algunos artículos de interés a una revista, y qué mejor que incluir uno sobre el cielo, al menos eso creía.

-¿El cielo?- contestó de manera sorprendida Leslie
-Sí, ¿no te parece un buen tema para incluirlo en la revista?- le contesté
-¡Claro que no, a nadie le interesa leer sobre el cielo!

Creo que Leslie tiene razón, la mayoría de nosotros halla difícil “desear” el cielo, excepto aquellos que algún familiar o amigo ha muerto, y tienen la esperanza de volver a verlo.

Las caricaturas, cuentos o bromas que se hacen en referencia al cielo, lo describen algo así como pasar la eternidad tocando un arpa y flotando de nube en nube.

He escuchado gran cantidad de sermones, enseñanzas bíblicas y pláticas, pero ninguna sobre el cielo. A veces me pregunto, ¿los cristianos creen en el cielo? ¿por qué parecen estar más ansiosos por evitar el infierno, que olvidan celebrar su camino hacia el cielo?

Cualquier cristiano te dirá que sí quiere ir al cielo, pero ¿lo dice en serio? Porque el domingo no quiere levantarse de la cama para ir a la iglesia.

Cuando lleguemos al cielo, muchos de nosotros nos sorprenderemos al aprender lo que significa realmente disfrutar a Dios.

C. S. Lewis escribió: “Desde que los cristianos han dejado de pensar en el otro mundo, han llegado a ser ineficaces en éste”.

En una ocasión leí la calcomanía en la parte trasera de un auto, decía: “Las chicas buenas van al cielo, las malas… a todas partes”. No pude evitar reír, me pareció chistosa la frase, pero también totalmente equivocada.

Tenemos la idea caricaturesca de que “los buenos” de manera natural y sin esfuerzo alguno, son los que están más interesados en las cosas espirituales. Pero, la realidad es que no es así.

Nadie se da cuenta de lo perverso que es, hasta que intenta seriamente ser bueno. Existe la falsa idea de que las “personas buenas” no saben lo que es la tentación, mentira. Solo los que han tratado de resistir la tentación saben cuán fuerte es ella.

Como dijo acertadamente William Shakespeare: “El infierno esta vacío, todos los demonios están aquí”. Aquí están nuestros demonios, aquí están nuestras luchas y tentaciones.

A nadie le gusta que su pecado sea expuesto, pero esconder el pecado es lo que hacemos de manera natural. El pecado desvía, engaña y destruye; Jesús es "el camino, y la verdad, y la vida", es por eso que anhelo el cielo.

¿Sabes por qué me llama la atención el cielo? Ciertamente no es por sus calles de oro y mar de cristal o porque volveré a ver a mi papá y a mi hermano. Es más bien por la ausencia del pecado.

Cuando le preguntaron a Dwight L. Moody (el inglés denominado príncipe de los predicadores del siglo pasado) si estaba lleno del Espíritu Santo, contestó: “Sí, pero tengo goteras”.

Si un gigante espiritual como Moody tenía goteras, ¿qué será de mi? ¿Qué no tendré yo?

¿Cuál fue el triunfo mayor de la fe en Dios: La de David que venció a Goliat con una honda o la de Esteban que cuando es martirizado dice: “Señor no les tomes en cuenta este pecado?”.

Si disfrutas de tu vida hoy, imagina vivir sin enfermedades, muerte  y dolor. Imagina vivir… sin pecado. Quisiera que llegue el día en el que pueda ver el pecado fuera de mi vida.

Quizás, esa es una de las razones por las que como me dijo mi amiga Leslie, “a nadie le interesa el cielo”, y la verdad tiene mucho sentido, pues sería una gran contradicción que la gente quiera ir al cielo, pero todavía quiera vivir en pecado.


martes, 9 de septiembre de 2014

CREYENDO LAS COSAS CORRECTAS, PERO HACIENDO LAS INCORRECTAS



Recuerdo cuando era niño, la última clase de los viernes era de religión. La maestra encargada de ello tenía un gran talento, me encantaba escucharla. Cuando nos hablaba de algún personaje de la Biblia, parecía como si estuviera narrando la película que fue a ver un día anterior al cine.

Las aburridas historias de mi libro de Historia Sagrada en sus labios se volvían tan emocionantes como los cuentos de Blanca Nieves o La Bella Durmiente.

En cada una de sus clases echaba a volar nuestra imaginación, cada personaje bíblico cobraba vida.

Pero, me di cuenta que las historias de la Biblia y los cuentos tienen algo en común, por más que los escuches una y otra vez, siempre tienen el mismo final. Yo quería escuchar algo así como “una historia no autorizada” o un final alternativo.

Me hubiera gustado escuchar que de alguna manera Abel descubrió lo malvado que era su hermano Caín y así librarse de ser asesinado, o qué el Príncipe nunca encontró la dirección del castillo donde vivía La Bella Durmiente, mientras un humilde campesino la despertó con un beso.

¿Imaginas a un personaje de algún cuento o historia bíblica pudieran editar su historia y borrar lo malo que hicieron?

Por ejemplo Pinocho, avergonzado de su grande nariz; eliminar las mentiras causantes de su desgracia. Nunca haber asistido a esa reunión en la que diseño su plan para llevar a cabo su traición a cambio de unas monedas en el caso de Judas.

Estoy seguro que más de uno de los personajes, de ser posible, lo hubieran hecho. Lo sé, por qué al igual que ellos, yo también he cometido errores que me gustaría borrar en mi pasado.

El Rey David, escribió: “Tú eres fiel
 con los que te son fieles,
 y tratas bien
 a quienes bien se comportan”. David aseguraba tajantemente que Dios “trata bien” solo a los que “se portan bien” y bajó esa regla, yo tengo muy pocas esperanzas de que Dios “me trate bien”.

David escribió el reflejo de la fe contractual en el Antiguo Testamento, pero me pregunto ¿cómo habría editado eso que escribió después de su colosal caída con Betsabé y los escándalos que lo siguieron?

¿Cómo es posible qué David, que no tuvo misericordia cuando tomó la mujer de otro hombre y planeó un asesinato solo para satisfacer su lujuria, Dios se le mostrara misericordioso, y para alguien que evidentemente era culpable lo “tratara bien”?

En la Biblia podemos ver con lujo de detalle sus momentos de gloria y aplausos, cómo cuando mató al gigante Goliat, pero también los oscuros y perversos de su vida.

A sus cincuenta años David cometió adulterio, y esto me hace reflexionar que no importa que tengamos cincuenta o más de sesenta años, o que estemos en la adolescencia, o tengamos veinte, treinta o cuarenta años. Nadie es demasiado joven ni demasiado viejo para pecar.

Después de cometer adulterio y asesinato,  quizás quería modificar lo que escribió: “Tú eres fiel 
con los que te son fieles,
 y tratas bien 
a quienes bien se comportan”, para tener un poco de esperanza y aceptación a pesar de haber actuado en total infidelidad a Dios.

¿Dios lo perdonó? Es claro que sí, pero, ¿por qué no se eliminaron esos eventos vergonzosos de la Biblia? ¿Por qué todo mundo se tiene que enterar de lo que David hizo en secreto?

RC Sproul dice: “Examina tu corazón hoy: ¿Estás creyendo las cosas correctas, pero haciendo las incorrectas?

David tenía una fe basada en sus acciones, tengo que hacer algo para ganarme el amor de Dios, algo así como causa y efecto, una especie de regateo en el cual Dios dice: “Si guardas un montón de reglas, te recompensaré; si no, haré lo contrario”, pero ese tipo de fe solo lo preparaba para la justicia, no para experimentar la gracia.

Desde que estamos en el Kinder se nos está enseñando a triunfar, a ganarnos el aplauso, a merecer las cosas. El niño estudioso y bien portado se gana una estrellita, el niño travieso y menos listo es castigado con orejas de burro.

En un mundo falto de Gracia, creemos que “al que madruga, Dios lo ayuda”, “el que quiere azul celeste que le cueste”, sin embargo con Dios me doy cuenta que muchas veces recibo lo que no merezco, merecía castigo y en lugar de eso recibí amor.

Los pecados de David y otros reyes del Antiguo Testamento están registrados en la Biblia no para exhibirlos o mofarse de ellos, si no para enseñarnos algo; la Gracia de Dios.

En un cristianismo tan condenatorio, y muchas veces tan falto de misericordia, es alentador saber que Dios no usa mi pasado para condenarme, avergonzarme o lastimarme. Alguien dijo que la iglesia es el único ejército que mata a sus heridos.

Mathew Henry, con su profundidad habitual, nos enseña: “La piedad eminente y las bondades de algunos hombres deben de ser recordadas para su alabanza, aunque también hayan tenido sus faltas. Dejemos que sus faltas sean enterradas en sus tumbas, mientras que sus (buenos) servicios sean recordados sobre sus sepulcros”.

Dios me ama por ser quien Él es, no por nada que yo haya hecho para merecerlo, además tomando las palabras de J.I. Parker no debemos olvidar que “la iglesia es un hospital en el que nadie está totalmente bien, y cualquiera puede recaer en cualquier momento”.









lunes, 1 de septiembre de 2014

JESÚS NO ES LA RESPUESTA



Al estar comiendo con un amigo que es cristiano, en un modesto restaurante de la ciudad, podíamos escuchar la música de fondo del lugar.  Eran canciones de la banda U2. Emocionado le dije a mi amigo: “¡Me encanta U2!, ¿sabías que Bono es cristiano?

Mi amigo me miró con enojo, como si un rayo me fuera a partir por mi irreverencia, “¿cómo crees?, ¡Bono no puede ser cristiano!” Me contestó de manera acalorada, seguimos hablando del tema, mientras disfrutábamos de un delicioso pollito asado.

Semanas después, se proyectó en el cine, una película cristiana que al parecer fue todo un éxito; “Dios no está muerto”. Y de pronto muchos cristianos desde sus redes sociales se convirtieron en publicistas gratuitos de la película posteando la frase “Dios no esta muerto”.

Sentía curiosidad por esa película, así que la vi, pero a diferencia de muchos, me decepcionó.  La encontré demasiado comercial, superficial y muy pobre en argumentos como para debatir de manera seria el ateísmo.

En menos de un mes, por un lado un amigo me aseguraba que un personaje famoso como Bono, “no puede ser cristiano” y por otro lado miles de personas asegurando que “Dios no está muerto”.

Pero, ¿qué modelo o parámetro se puede usar para asegurar que tal persona es o no es cristiana?

Por otro lado, el propósito de la película se me hace un tanto irónica, por qué los cristianos muchas veces vivimos un ateísmo, pero “cristiano”. El ateísmo cristiano es donde creemos en Dios, pero vivimos como si no existiera, vivimos en nuestras propias reglas. 

Blaine Pascal dijo: “En las religiones es preciso ser sinceros; verdaderos paganos, verdaderos judíos, verdaderos cristianos”

¿Cómo se puede demostrar que “Dios no está muerto? ¿cómo es un cristiano?

“Pero, ¿por qué Bono no puede ser cristiano?”, le pregunté a mi amigo, él no sabía qué responder, de manera titubeante me daba respuestas en las que el mismo se contradecía, pero de cualquier manera aseguraba que no era cristiano, no le gustaba su manera de vestir, ni su música “del mundo”.

Mi amigo defendía  a capa y espada su “idea” de lo que define a un cristiano, y el líder de la banda de U2, sencillamente no embonaba.

Gregorio Niceno dijo: “Los conceptos crean ídolos; solo el asombro llega a comprender algo”

Si cada quien tiene su propio concepto o idea de lo que es un cristiano, lo más seguro es que vamos descartar a muchos, como lo hizo mi amigo. Más que nuestros conceptos o ideas, lo que en realidad necesitamos es un modelo.

C. S. Lewis escribió: “Quiero a Dios, no mi idea de Dios”

Por otro lado, si en verdad creemos que “Dios no está muerto” ¿no sería más efectivo que con nuestra manera de vivir lo demostremos? ¿O dando un Like y publicando la frase desde nuestra red social es suficiente?

¿Cómo luce un verdadero cristiano? ¿A qué o quien se parece?

El mejor modelo que puedo encontrar es Jesús. Él afirmó: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”.

A través de los evangelios cuando veo a Jesús abrazando a los niños, comiendo con los pecadores, sanando a los enfermos, aceptando a los rechazados, en otras palabras lo que veo es una persona bajando el cielo a lo cotidiano de la vida, ¿no se trata de eso el cristianismo? de bajar el cielo a nuestra vida cotidiana, a nuestra familia, trabajo, amigos, etc.

Hace mucho tiempo en una iglesia en donde me reunía, había una canción que les gustaba mucho, muy seguido la cantaban, se titula: “Cristo es la Respuesta”.

Teniendo en mente esa canción, en una ocasión al hablarle de mi fe a un amigo, le lance ese “convincente” argumento, creyendo que no le quedaría más remedio que creer en Jesús, así como lo esperaban todos los que dieron Like y postearon desde sus redes sociales “Dios no está muerto”.

Con un tono arrogante y una pose de intelectual, le dije: “Alejandro, Cristo es la respuesta”. Mi amigo guardo silencio, yo pensaba, ¡sí que le ha llegado hasta lo profundo mi frase, está muy conmovido, seguro que mi amigo se convierte en cristiano”, pero después de unos segundos me dice: “Víctor, ¿Jesús es la respuesta?, pero ¿respuesta de qué?, y me quede igual que mi amigo en el restaurante, sin saber que responderle.

Ahora , la frase “Cristo es la respuesta” ya no la digo más, en su lugar más bien la he modificado hasta dejarla en “Jesús es el modelo”.

Jesús, aún resucitado conservó sus heridas en su cuerpo, como muestra de que a pesar de toda circunstancia por difícil e injusta en la vida, se puede ser fiel a Dios. Jesús más que ser un ídolo que admirar es un ejemplo para imitar.

Y para mi, ser fieles a Dios a pesar de todo, amarle hasta el fin, y bajar lo divino a nuestra vida cotidiana, es la mejor evidencia de que “Dios no esta muerto” y lo que define al verdadero cristiano.