sábado, 21 de febrero de 2015

¿BRUJERÍA CRISTIANA?


Estaba en una reunión de oración, era evidente la emoción de la persona encargada de guiar ese tiempo espiritual, aunque su sentido común brillaba por su ausencia.

Fingiendo un tono de voz convincente dijo: “Vamos a pedirle a Dios que cada persona que tan solo con cruzar la puerta de nuestra iglesia reciba un toque poderoso de Dios y cambie su vida”.  Y todos los que estaban en esa reunión con euforia alzaron su voz uniéndose a la petición de la mujer encargada.

Yo me preguntaba interiormente, “¿se dan cuenta de lo que están pidiendo?”, muchos cristianos dicen: “No hagas preguntas, solamente cree”. Cómo si fuera más espiritual creer sin hacer preguntas que al hacer preguntas. Quizás es por eso que hay gente no cristiana hoy en día que tiene la impresión que hacerse cristiano significa cometer suicidio intelectual.

No estoy diciendo que no creo en la oración, ni que Dios no pueda hacer milagros.  El preeminente profesor de teología B.B. Warfield con frecuencia afirmaba que la fe cristiana es una fe razonable, él incluso argumentó: “es imposible formar cualquier concepción vital de Dios sin un poco de movimiento del intelecto”.

“A ver si entendí”, me dije interiormente otra vez. “¿Estamos orando para que cada persona que cruce la puerta de la entrada, de repente, ¡pum! Sea instantaneamente transformada por “el poder de Dios”?

Ese tipo de pensamiento describe más bien una cierta clase de un dios “Súper Héroe”, el Deus ex machina de los griegos y romanos, un dios que desciende a toda velocidad en el momento oportuno y resuelve rápidamente los problemas.

Todos comenzaron a elevar su voz, era como una competencia de quién hacía la oración más osada y espectacular. Pascal dice en uno de sus Pensamientos: “Queremos conducir una vida imaginaría en los ojos de otros, y entonces tratamos constantemente de causar impresiones”, lo que él llamaba como “nuestra existencia imaginaría”. En otros de sus Pensamientos dice: “La vanidad está tan profundamente arraigada en el corazón de un hombre, que un soldado, un criminal, un cocinero, o un portero alardearán y esperarán admiradores”.

Por supuesto que creo que Dios hace milagros, además la oración nos recuerda que no estamos al mando y nos mantiene cerca del que sí lo está.

Al terminar la reunión me quede con la duda, ¿cuál era sinceramente la respuesta que esperaban aquellas personas? Ya me imaginó lo espectacular que sería si al cruzar la puerta de la entrada de la iglesia, ¡pum!, en un instante las personas experimentaban un cambio radical de vida, ¿habría también un humito para hacer más melodramática la escena? ¿es algún tipo de brujería cristiana?

Pero, ¿eso es fe? ¿no es más bien querer las cosas fáciles y dejar de hacer lo que nos corresponde en nuestro trabajo para que otros conozcan de Cristo? ¿Podemos forzar la bondad de Dios? ¿Puede Dios forzar a un hombre para que ame a su esposa y abandone a su amante? ¿Puede Dios violar el libre albedrío que le dio al hombre, una libertad que es parte de la imagen de Dios en el hombre?

Me da la impresión de  que muchos creyentes abrazan la mentira de que porque somos “cristianos” todo va ser fácil. Aunque amamos a Dios con todas nuestras fuerzas, Dios no nos hace las cosas fáciles, pero si nos da la fortaleza y sabiduría.

No puedo pedir a Dios con esa clase de oraciones, y no es por falta de fe, sino por sentido común. Si la transformación de la gente puede suceder solo al cruzar la entrada de una iglesia, es como esperar que un recién nacido pueda sobrevivir sin la ayuda de nadie.

A los que cruzan la entrada de la iglesia, ¿quién les va enseñar? ¿quién les va a contestar sus dudas? ¿quién los va a consolar, aconsejar? Hay mucho trabajo por hacer y la oración por muy “emocionante” que sea no te exenta de tu responsabilidad cristiana para con otros. Como dice el Dr. Dale Ralph Davis "Hay iglesias a las que les encanta contar ovejas, pero no alimentarlas".

¿Quieres lograr algo en la vida? Se como el cortador de piedras, como dice Jacobs Rus: “Fíjese en el cortador de piedras, martillando la roca, tal vez cien veces sin que vea una sola grieta. Y sin embargo, cuando da el martillazo número ciento uno, la piedra se parte en dos, y yo sé que no fue el último golpe el que lo logró, sino todo lo que había sucedido antes.”

Ese día, en esa reunión de oración aprendí que no existe el éxito de la noche a la mañana, y si así fuera te aseguro que sería la noche más larga de la vida.

“Pienso, luego existo”, fue esencialmente toda la ontología de René Descartes. Nuestra manera de pensar realmente define nuestra existencia.

No, no digo que sean malos cristianos los que estaban en esa reunión de oración, sino que quieren todo fácil, además como dijo Jonathan Edwards: "Muchos oran con sus labios por aquello que sus corazones no sienten ningún deseo".

miércoles, 28 de enero de 2015

UNA MEJOR VERSIÓN DE TI MISMO


Uno de mis lugares favoritos es una cafetería a la que constantemente frecuento, lo humorístico es que yo no bebo café. Me gusta estar ahí solo, a veces escuchando música de mi iPhone y otras leyendo un libro, en verdad lo disfruto.

Hay una mesa en específico, un lugar que se ha convertido para mi en un lugar en donde puedo disfrutar mi sagrada soledad. Estoy seguro que el encuentro con un amigo que tuve ahí, hizo de ese rincón de la cafetería, un lugar especial para mi.

-¡Qué alegría verte!, ¿gustas un café?
-Sí, claro, por supuesto
-Ven, sentémonos en esta mesa

Así de breve fue la invitación que le hice a un pastor al que admiro, y hace años me brindó su amistad. Después de ponernos al día, se me quedó mirando y me dijo: “Víctor, ¿cómo estás?”. Inmediatamente le di un reporte de mi trabajo, de mi salud, del equipo de futbol del cual soy fanático, ¡y hasta del clima!

Pero, me repitió la misma pregunta, esta vez de manera más pausada: “Víctor, ¿cómo estás? ¿cómo está tu relación con Dios?

Sabía que tenía dos opciones, una fingir que todo está bien, fingir una espiritualidad que no tengo y la otra era, ser transparente y honestamente decirle: “No, no estoy bien”.

Henrie Nouwen dijo: “La grandeza espiritual no tiene nada que ver con ser más grande que otros. Tiene que ver con ser tan grande como cada uno de nosotros puede serlo”.

No tenemos que fingir con Dios, a él le agrada más el quebranto genuino que la espiritualidad fingida, a veces nos cerramos, porque creemos que  “algo” nunca nos va a pasar y cuando nos sucede creemos que somos a los únicos a los que les pasa.

Esa noche, en ese café, aprendí algo, si no hay confrontación no se puede ayudar

La verdad, sí necesitaba la ayuda de mi amigo pastor, y entre lagrimas comencé a poner las cartas sobre la mesa.

Muchas personas no reconocen su resistencia al amor. Están rodeados de amor, pero no se dan cuenta que su soledad se debe a su insensibilidad.

Pascal en sus Pensamientos escribió algo muy interesante: “Aquellos que se complacen de la perversión dicen a aquellos que viven vidas normales que son ellos los que se desvían de lo que es natural. Ellos piensan que siguen una vida natural ellos mismos. Ellos parecen a la gente sobre un barco que piensa que son los que están en tierra los que se alejan. Pero necesitamos un punto fijo por el cual juzgar. Entonces el puerto es aquel punto fijo para aquellos que se mueven a bordo del barco. Pero en la moralidad, ¿dónde vamos a encontrar un puerto?”

Todos en algún momento de nuestra vida, como escribió Pascal, necesitamos un puerto, y tal como él podemos preguntarnos: “¿Dónde vamos a encontrar un puerto?”. Lo podemos encontrar en nuestros padres, pastores o amigos.

Como el hierro afila al hierro, necesitamos confrontación de otros para crecer. A nadie nos gusta que nos digan nuestras cosas. Pero a la larga puede ser beneficioso. Las amonestaciones de un amigo pueden causarnos dolor, pero también pueden ayudarnos.

Pero, no estoy hablando de la equivocada “confrontación” de algunos cristianos que lo único que hacen es aplastarte, condenarte y dejarte sin esperanza, con un gran peso de culpabilidad. Nadie tiene derecho a mandarte a la tumba si no tiene el amor para resucitarte.

Me refiero a no aislarnos y creer que no necesitamos a los demás o que somos los únicos que “algo” nos está pasando, y que ese “algo” es tan vergonzoso, poco espiritual, que pensamos: “¡Por Dios!, ¿dónde quedará mi reputación?”.  Y alejados nos hundamos más y más en lugar de pedir ayuda.

Cuando la Biblia dice que cosecharemos lo que sembramos, no está hablando de un castigo; nos está diciendo cómo son las cosas. Por favor escucha lo que tus padres, pastores, amigos han estado intentando decirte. Si más de una persona te ha dicho que tienes un problema en algo, es muy probable que tu tengas un problema.

Job expresó su enojo y su inconformidad con Dios y Dios recompensó su sinceridad. Aun en medio de todas sus discusiones Job no terminó su relación con Dios. No comprendía a Dios, pero permitió que Dios fuera quien era y no dejó de amarlo, de hablarle, de relacionarse con él, incluso cuando estaba muy enojado con él. Esto es un verdadera relación.

Se puede decir de Job que se equivocó en muchas cosas, pero nunca dejo la relación que más necesitaba, nunca abandono su relación con Dios a pesar de todo.

El problema es que hay muchos cristianos que cuando las cosas no están bien, lo primero que dejan es su relación con Dios; ya no quieren asistir más a la iglesia, a su parecer todos son unos hipócritas, pero les haría bien reflexionar por un momento que quizás a llegado el tiempo de crecer y madurar.

Esa noche, en el rincón de esa cafetería, tome la decisión de dejar a un lado un secreto de mi vida y pedir ayuda. Mi amigo pastor, me escuchó, lloró conmigo y me extendió su mano para seguir adelante, quizás es por eso que es tan especial ese rincón de la cafetería, fue como platicar con Jesús y muy esperanzador el saber que a pesar de mis errores, Dios trabaja todos los días para hacer una mejor versión de mí mismo, y que lo hace a través de otras personas.

Esta vida representa una especie de escuela para la próxima, una clase de preparación para el ser que debes ser. Esa persona que entrará en la eternidad.

Quizás tengas un café pendiente con tus padres, con un pastor o un amigo, no lo desaproveches, muy probablemente también te encuentres con Jesús y nosotros con una mejor versión de ti mismo.

viernes, 5 de diciembre de 2014

LOS CRISTIANOS TAMBIÉN LLORAN


Está por terminar un año que ha sido difícil para mi, un año en el que he experimentado dolor, tristeza y decepción. Es verdad que el triunfo es parte de la vida cristiana, pero reconozco que también lo es el dolor.

Me doy cuenta lo difícil que es para los cristianos “animar” o “consolar” a alguien que está triste o deprimido, es como si hablaran idiomas diferentes, y creo que una de las razones es porque muchos de ellos tienen muy metida en la cabeza esa idea antibíblica que dice: “No puede estar triste un corazón que alaba a Cristo”.

Hace poco, escuché a una persona decir: “Esos que están deprimidos ni cristianos son”, pero la realidad es que cualquier idea cristiana a través de una canción, sermón o de manera escrita que afirme que la tristeza no puede llenar nuestros corazónes, está lejos no solo de la verdad bíblica, sino de la vida real.

Cuando uno de los soldados romanos abrió el costado de Jesús con una lanza para confirmar que estaba muerto, al retirarla de la herida, brotó agua y sangre del cuerpo del Salvador, ¿por qué agua? Hay una explicación, su corazón había estallado.

En la cruz Jesús murió con el corazón roto, no solo físicamente si no también del sufrimiento que sobrellevó.  Títulos como: “Varón de dolores”, “experimentado en quebranto”; nos dan muestra de que si alguien sabe lo que es el dolor, y que lo experimentó a su máximo nivel, es Jesucristo.

En la vida, tarde o temprano (nos gustaría que fuera más tarde que temprano) vamos a experimentar dolor. No son las exigencias normales de la vida las que nos sacuden, sino las sorpresas dolorosas, cuando nos vemos a nosotros mismos peleando batallas en una guerra que no declaramos y llevando cargas que no entendemos.

¿Sabías que el mandamiento “No temas” es el más repetido en la Biblia? Es como si Dios nos quiere recordar cada día, que en la vida nos vamos a enfrentar con dificultades que nos van a provocar temor y dolor.

En la vida nadie está exento de experimentar tiempos difíciles en los que quisiéramos saber si hay alguien arriba en el cielo que le importe nuestro dolor.

Blaise Pascal en sus Pensamientos escribió: “Al ser incapaces de curar la muerte, la miseria e ignorancia, los hombres han decidido que a fin de ser felices, ellos deben reprimir el pensamiento sobre tales cosas”.

Decir que no debemos prestarle atención al dolor, porque un día estaremos en el cielo o por que es poco espiritual, es malentender tanto el dolor como el cielo y lo que es una sana espiritualidad. Todo lo que nos ocurre a ahora, es importante tanto para nosotros como lo es para Dios.

¿Cómo reacciona Dios frente al dolor humano?
¿Es indiferente?
¿Le importa?

En Jesús podemos aprender como se siente Dios frente al dolor humano, tan solo lo tienes que ver como su amor le llevaban a actuar a favor de los enfermos y necesitados, muchos de ellos se sentían condenados por la sociedad y por la religión.

Me llama mucho la atención que teniendo Jesús el poder para resucitar a su amigo Lazaro, ¿qué hace? Se deshace de compasión y llora con sus hermanas, sintiendo su dolor.

Jesús nos enseña cómo reacciona Dios ante el dolor,  Cristo nos muestra el rostro de Dios frente a nuestro sufrimiento, y es un rostro con lágrimas. Sí, a Dios le importa tu dolor y le duele tu sufrimiento.

Jesús nos enseñó que Dios alimenta a los pajaritos, no se olvida de ellos y que ningún pajarito muere, sin que Dios este presente. También nos enseño que es Él viste a las flores del campo.

Lo que Jesús vino a enseñarnos es que Dios, no es un Dios lejano o ajeno a nuestro mundo, Él está siempre presente.

Jesús nos enseñó la presencia del Padre en el mundo, un padre que sí se interesa, y lo hace de manera profunda, ¿qué tan cerca debe estar? ¿Que tan pendiente está? Muy cerca, ya que Él mismo viste a las flores y alimenta a los pajaritos sin falta cada día.

Es verdad, en el cielo estaremos con Dios, pero en la tierra Dios está con nosotros.

Si Dios tuviera de nosotros cuidado como lo tiene de los pajaritos, sería suficiente, tendríamos mucho que agradecer al cielo, pero Jesús dijo claramente: “Ustedes valen mucho más que los pajaritos”.

A todos en algún momento nos duele la vida, experimentar tristeza no nos hace malos cristianos, tampoco es sintoma de una fe débil, sí fuera así ¿qué podemos decir de Jesús cuando en el Getzemaní fue invadido por una gran tristeza que literalmente sentía que moría?

Coritos como: “No puede estar triste un corazón que alaba a Cristo” no solamente manifiestan la necesidad de que sus autores conozcan mejor la Biblia, si no que también experimenten dolor en sus vidas. Muchos de los salmos fueron escritos en medio de sufrimiento.

Juzgar o decirle a alguien que no es cristiano, o que es un mal cristiano por sentir tristeza, sin tener en cuenta las situaciones dificiles que están enfrentando, es una de las insesibilidades más grandes que alguien puede cometer.

Frases como: “Échale ganas”, “No te aguites” , no demuestran más que nuestra falta de interés y amor, además es la manera sencilla de no involucrarnos en el dolor y sufrimiento de otros, y al mismo tiempo dar la impresión de que “siempre estamos ahí para animar”, engañándonos a nosotros mismos.

Cristo entró en nuestro mundo, comió nuestra comida, bebió nuestra agua y también…sintió nuestro dolor.

No hacemos bien en negar la realidad del sufrimiento en la vida cristiana, es verdad Jesús prometió estar siempre con nosotros, pero, Él mismo murió en este mundo con el corazón roto, y al igual que nosotros en medio de su dolor preguntó: ¿Por qué?

No debemos evadir la realidad de la vida, ¿cuál realidad? Que a veces la vida duele y sí, que los cristianos también lloran.



miércoles, 26 de noviembre de 2014

TE EXTRAÑAMOS ELIUD... TE VEREMOS EN EL CIELO



En la segunda semana del mes de Noviembre de este 2014 que esta por concluir, fuimos golpeados por la noticia inesperada del fallecimiento del Sr. Eliud Santinelli.

Sea que la muerte sea repentina o prolongada, nada te puede preparar para la perdida de un ser querido.

No puedo presumir que lo conocía o que era mi amigo, aunque tuve la oportunidad de comer dos veces con él y su familia, más bien soy de las miles de personas que a través de su vida fue bendecido, enseñado y desafiado a experimentar una verdadera amistad con Dios.  

Soy alguien del anonimato que le admiró, que escuchó sus enseñanzas y que también en lo secreto… lloró su muerte.

Con su partida surgieron muchas dudas, incógnitas y preguntas sin contestar, y es que el dolor siempre saca lo bueno o lo malo que hay en nuestros corazones.

Me quiero referir a una pregunta, pero no tiene que ver con el fallecimiento del Sr. Santinelli. No puedo creer cómo hay cristianos que frente a una tristeza como esta, sacaron a relucir su morbo; como reporteros querían saber, ¿qué le paso? ¿De qué murió?, esa horrible actitud de:  “A ver, a ver, cuéntame, cuéntame todo”.

Me pregunto, ¿qué no era suficientemente doloroso saber que ya no está con nosotros? ¡Por Dios, estamos de duelo! Y lo menos que podemos hacer es honrar y respetar este dolor, basta de especular, preguntar, y hablemos claro, ¡basta de juzgar!

No creas la mitad de lo que escuchas y no repitas la mitad de lo que crees o supones, los chismes son algo que entra por un oído ¡y entra por el del otro!

A la pregunta que me quiero referir es: “¿Por qué?”, una pregunta difícil, que Dios mismo no está comprometido a responderla.

Pero, lo que sí podemos saber es que Dios puede identificarse con nuestras debilidades, como dice Philip Yancey: “Entre Él y nosotros se establece una “simpatía”, palabra de origen griego cuya etimología está en las palabras syn y pázos, y significa literalmente “sufrir con”.

Jurgen Moltanann dijo: “Dios sufre con nosotros para que un día podamos reír con él”.

Debemos aprender a vivir de manera eficaz en un mundo incierto y confuso, donde casi nunca se pueden contestar de forma adecuada las preguntas “¿Por qué?”.

Estamos buscando a tientas el amor de Dios en un mundo cercado por la angustia. Si Dios eliminara todas las enfermedades que nos atormentan hoy, y todas las cosas que nos causan dolor, no tendríamos necesariamente un mundo mejor, lo que tendríamos sería a las mismas personas viviendo en un mundo más cómodo, y la ausencia del dolor puede que hiciera más fácil el pecar y alejarnos de Dios.

A nadie nos gusta el dolor, Jesús mismo reaccionó ante el dolor de la vida de una manera muy parecida como lo haces tú o como lo hago yo.

Cuando murió su amigo Lázaro, dice claramente la Biblia que “Jesús lloró”, cuando estaba a punto de enfrentarse al tormento de la cruz, en la agonía del Getsemaní sintió repulsión por el dolor y preguntó tres veces al Padre Celestial si podía pasar esa copa.

Nos duele, estamos de luto, lloramos la perdida de un hombre de Dios como Eliud Santinelli. Rápidamente en la red social popular comenzaron a circular las muestras de cariño y dolor, muchos añadieron a su publicación una foto que se habían tomado a su lado.

Era muy conmovedor ver muchas muestras de amor, de tantas personas; adolescentes, jóvenes y adultos, todos mostraban su amor y dolor.

Pero, la pregunta que no puedo dejar de hacerme es, ¿así aman también a su propios pastores? ¿así les tienen en buena estima y honra? Sobra el amor en Facebook, pero falta en las congregaciones.

Es triste ver que somos una sociedad que solo demuestra su amor a los muertos, a los que ya no están con nosotros, y déjeme decirle que eso es fácil, lo difícil es mantener una actitud de honra, respeto y amor por nuestros líderes todos los días de su vida mientras les tenemos.

¿Por qué no publicamos fotos con nuestros pastores que viven y desbordamos con mensajes de amor, aprecio y admiración? ¿Por qué dejamos pasar el tiempo y en lugar de eso demostramos nuestro amor cuando ya es demasiado tarde?

Estuve investigando en internet algunas estadísticas relacionadas con los pastores, (aquellos que dedican toda su vida para servir y ayudar a la gente) y algunas de ellas son alarmantes, según Jim Fuller, un estudioso de las cuestiones relacionadas con el ministerio pastoral publicó en su página web una serie de datos relativos a la vida de los pastores, algunas de las estadísticas son: 70% de los pastores no tienen a alguien que ellos consideren un amigo cercano, 45.5% de los pastores dicen que están deprimidos o tienen un “desgaste” y, si pudieran, tomarían un buen descanso médico por algún tiempo.

Estoy convencido, que esta trágica noticia que ha cimbrado a todo México, debe despertarnos para tomar la decisión de cuidar a nuestros pastores.

Muchos de los pastores han sido traicionados, falsamente acusados o heridos por sus colaboradores más cercanos; luchan con la depresión, viven desanimados, sus familias son azotadas por las presiones ministeriales, trabajan de 55 a 75 horas por semana y su principal causa de muerte son los infartos, etc.

¡Ama a tu pastor! ¡Ora por tu pastor! Sino lo haces tu ¿quién lo hará?, si no lo hacemos, en lugar de que sean pastores en Cristo, serán pastores en crisis.

F.B. Meyer dijo: “La mayor tragedia de la vida no es la oración no contestada, sino la oración que no se ofrece”.

Jesús describió el cielo como un hogar donde un Padre amoroso da la bienvenida a sus hijos al final de su peregrinación.

Hoy, en nuestro dolor por la perdida de nuestro amado Eliud Santinelli, nuestros corazones experimentan una forma de nostalgia por el hogar, por un hogar que nunca hemos visitado, pero que nunca hemos dejado de añorar.

Te extrañamos Eliud…
Sí, si duele tu ausencia, y duele mucho…
te veremos en el cielo.