Se presentaba en la ciudad
el auto nombrado “Imitador Oficial de Michael Jackson” y yo como fanático de la
música del artista de sombrero negro, guante blanco y medias blancas, no podía
permitirme perder el show.
En un teatro lleno, con
muchas personas copiando la forma de vestir de Michael Jackson y notablemente
emocionadas y ansiosas para que comenzará el show, por fin la iluminación se
apago para dar inicio al concierto entre aplausos, gritos y mucha emoción.
Las luces se centraban en el
imitador, todo era muy parecido a Michael Jackson, los movimientos, color, vestuario,
sonido y hasta el clásico grito: “Aaauuu”.
Al terminar la primera
canción, el imitador saludó a todos los asistentes y dijo: “Mi única misión en
este lugar es que ustedes puedan ver a Michael Jackson a través de mi trabajo,
si yo logro que por lo menos un instante lo vean, me iré satisfecho de este
lugar sabiendo que hice bien mi trabajo”. Debo ser honesto, las palabras del
imitador me han hecho reflexionar mucho hasta el día de hoy.
Con cada canción, la euforia
crecía en el teatro y en verdad, ¡era como ver a Michael Jackson vivo otra vez!
Si el imitador tenía como “misión”
que viéramos a Michael Jackson tal como él lo dijo, indudablemente se convirtió
en “misión cumplida”. Todos en ese teatro pudimos ver al Rey del Pop, al menos
por unos instantes.
Una vez terminado el show y
volviendo a la vida real y cotidiana, me pregunte:
-¿Qué ve la gente al ver a
los “cristianos”?
-¿Cómo cristianos tenemos
“la misión” de reflejar a Aquel en quien creemos?
-¿Deberíamos
ser “los imitadores oficiales de Jesús” para el mundo?
La verdad es que a veces los
cristianos podemos ser las personas más difíciles de tratar, podemos ser muy críticos, cerrados de mente, falsos, egoístas
y nos la damos de moralmente superiores.
Nietzsche dijo:
"Sus discípulos van a
tener que lucir más salvos, si voy a creer en su Salvador."
Aquel domingo de diciembre
fui testigo de cómo ese imitador fue capaz de que pudiéramos ver en vivo a una
persona que murió hace cinco años. Ahora, no dejo de preguntarme:
-¿Qué ve o a quien ve la gente a través de mi?
-¿Qué logro proyectar con mí
manera de vivir?
-¿Soy un reflejo de Jesús?
-¿Por qué mucha gente se
siente atraída por Jesús, pero tan rechazada por la iglesia?
Sí como cristiano tengo la
“misión” de que otros puedan ver a Jesús a través de mi, sin duda en más de una
ocasión se convierte en una “misión imposible”; casi nunca logramos dar la
talla, siempre criticamos, nunca soy lo suficientemente bueno, y es que a
diferencia de otros “cristianos”, que pueden presentar un curriculum lleno de
victorias en su fe, el mío está lleno de derrotas, fracasos, dudas, temores,
errores e inseguridades.
Me doy cuenta que al igual
que aquel imitador, yo también estoy en medio de un escenario, el escenario de
la vida. Pero, a diferencia de él, mi devoción es para agradar a una audiencia
de solo Uno (Jesús). Sé que no puedo agradar a todos, pero puedo agradar a
Dios.
Sin duda muchas veces me he
encontrado a mi mismo tratando de agradar a la audiencia equivocada presentando
una versión falsa de mi. Pero, si me concentro en ofrecer mi mejor show a mi
audiencia de solo Uno, estoy seguro que al igual que aquel imitador muchos en el teatro de la vida podrán ver a Jesús a través
de mi, al menos por unos instantes.
Tienes toda la razon
ResponderEliminarTienes toda la razon
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